diumenge, 15 de març del 2009

Gustavo Adolfo Becquer


Llegó la noche y no encontré un asilo,

¡y tuve sed...!, mis lágrimas bebí;

¡y tuve hambre! ¡Los hinchados ojos

cerré para morir!


¿Estaba en un desierto? Aunque a mi oído

de las turbas llegaba el ronco hervir,

yo era huérfano y pobre...

¡El mundo estabadesierto... para mí!